La grafología permite, a través de su técnica, conocer en profundidad la personalidad de una persona por medio del estudio psicológico de los grafismos normales y patológicos de la escritura manuscrita y cursiva de la persona analizada.
La grafología es aceptada como ciencia en la actualidad debido a sus logros y a la seriedad de sus conceptos.
La relación entre escritura y cerebro y su funcionalidad es muy estrecha. La escritura es la fotografía de los movimientos cerebrales y al escribir se fija en el papel mediante un gesto interior. La ciencia grafológica investiga la escritura teniendo en cuenta que ésta es la suma de gestos gráficos emanados del cerebro. Existe una dinámica y estrecha relación entre el cerebro y los gestos. Cuando se realizan los movimientos voluntarios e involuntarios en el momento de la escritura, todos los músculos ejecutan la orden que a través del sistema nervioso imparte el cerebro. La escritura resultante revela las tendencias conscientes e inconscientes que hay en la psiquis de esa persona. La Ciencia Grafológica toma a la escritura como un todo, y de este modo interpreta pasando al consciente el significado inconsciente de los grafismos de quien escribe, revelando así las características elementales del psiquismo del ser humano.
Los aspectos técnicos que se deben de tener en cuenta para conservar el rigor científico y realizar una correcta evaluación de la persona analizada comienza por que ésta debe escribir una carta manuscrita personal que lleve su firma, en letra cursiva minúscula y preferentemente en lápiz o con bolígrafo en su defecto. Se debe realizar en una hoja de papel blanco, tamaño carta y sin renglones. El texto debe ser espontaneo.
Para la Ciencia Grafológica, el grafoanálisis es una disciplina basada en la interpretación de factores escriturales, tales como inclinación, dirección, forma, dimensión, velocidad, presión, continuidad y orden; dentro de este último se hallan la disposición, la distribución y la proporción.
En grafología cualquier tipo de accidente gráfico como: invasión de zonas (márgenes), temblores, borrones, tachaduras o enmiendas, fracturas de letras, puntos fuera de lugar, retoques de letras, mayúsculas sobre alzadas, achiques o agrandamiento de letras, palabras o letras inconclusas, etc., son elementos que revelan la clave para definir el conflicto íntimo de ese acto fallido en la escritura.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA GRAFOLOGÍA
Como ciencia, la grafología cuenta con una historia de algo menos de cien años, si bien es cierto que la idea de una conexión entre la escritura y el carácter / personalidad ha existido desde tiempo antiguos. Así, Cayo Suetonio Tranquilo, escribiendo en el año 120 después de Cristo (De vita caesarum), señala: “No pone un guión y continúa en la línea siguiente, aunque esto signifique tener que apretujar las letras, sino que se limita a estrecharlas y a curvar el final de la línea de abajo”. Y en el siglo IV antes de Cristo se encontraba ya altamente desarrollada la modalidad China de escritura denominada de “ hierba”. Kuo Jo-hsu (1060 – 1110 antes de Cristo) concedió toda su importancia a la escritura cuando señaló: “la escritura muestra indefectiblemente si procede de una mente noble o de una persona vulgar”. Y fue Okakura quien señaló: “ Cada trazo de escritura expresa toda una vida”.
En la Europa de la Alta Edad Media, la escritura la practicaban profesionalmente los monjes. En los siglos XII y XIII su uso se generalizó más entre las personas educadas, debido fundamentalmente a la influencia de la cultura islámica y por influencia del Renacimiento su uso se popularizó mucho más. Las investigaciones de los académicos renacentistas demostraron también en Aristóteles quien se mostró interesado por la escritura y la personalidad.
Acercándonos más a la época actual, el primer libro sobre grafología hace su aparición en Bolonia, a comienzos del siglo XVII, bajo el título de “Ideografía”. A continuación, en 1622, vino el minucioso tratado de Camilo Baldi, que relacionaba la escritura con la personalidad. Baldi era doctor y catedrático de la universidad de Bolonia, y su obra lleva un título bastante extenso y pomposo: “Tratatto come da una lettera massiva si cognosca la natura e qualita dello scrittore”. En este tratado se señala que “Es evidente que cada persona escribe de un modo propio y peculiar, y que en sus cartas privadas todo el mundo emplea formas tan características que no pueden ser imitadas por ningún otro individuo”. Y sus conclusiones eran las siguientes: “Mediante un examen atento, cabe reconocer estos y otros rasgos similares en cualquier escritura. No obstante, hay que observar cuidadosamente si las características de la escritura se repiten y, además, si son en algún sentido artificiales, así como si se deben a diversas razones engañosas derivadas de los materiales utilizados para escribir”. Jacoby ha alabado esta obra como el primer paso hacia una ciencia grafológica en Europa y, de hecho, un intento admirablemente inteligente y lúcido. A partir de esa fecha han aparecido numerosas obras sobre grafología en diferentes idiomas.
Leibniz, el gran filósofo y matemático alemán, señaló: “en la medida en que no se limite a imitar la del maestro, la forma de escribir expresa algo del temperamento natural”.
J. Ch. Grohmann, catedrático de teología y filosofía en la universidad de Wittenberg, escribió: “Disfrazar la escritura propia resulta tan difícil como disfrazar la fisonomía. Y al igual que la fisonomía permanece en lo esencial inalterable, y en respuesta a la emoción interior sólo se activan los músculos móviles, el carácter de la escritura permanece básicamente inalterable a pesar de cualquier disfraz, aun en el caso de enmascararse mediante rasgos falsos y engañosos. He encontrado en todo momento que la capacidad de disimular la propia escritura está al mismo nivel que disfrazar el carácter y la apariencia” tratado titulado “Examen de la posibilidad de deducir el carácter a partir de la escritura” 1792.
Fue Michón, el abate francés, quien acuñó e introdujo en 1871, el término grafología. Se centró en estudios de las letras por separado, basándose únicamente en observaciones empíricas, y careciendo por tanto de una confirmación de sus hallazgos a través de la interpretación psicológica. Crépieux–Jamin, su discípulo sucesor, perfeccionó las detalladas observaciones de Michón, alejándose al mismo tiempo de “la escuela de los signos fijos” y pasando al estudio de los aspectos globales de la escritura.
Pero fueron Preyer, psicólogo infantil, Meyer, psiquiatra y Klages, filósofo quienes dieron nuevo impulso a la grafología mediante sus experimentos y estudios psicológicos. Han contribuido más que nadie a situar a la grafología entre una base sólida que le permite aspirar a status de ciencia.
Preyer era catedrático de filosofía en la universidad de Jena, y demostró que un escrito realizado con la mano izquierda o derecha, con un pie, o incluso con la boca de una misma persona, poseía una similitud de formas.
Meyer fue un psiquiatra que puso de relieves tres importantes factores en el trazo escrito: la extensión, la velocidad y la presión. Contribuyó al desarrollo de una nueva ciencia de la caracterología, pues descubrió que los problemas de expresión constituyen aspectos del carácter. Pero fue Klages quien desarrolló una nueva ciencia de la expresión que postulaba leyes y principios por los que se regían la grafología, el movimiento expresivo y la caracterología. Pensaba también que la ley básica de la expresión consiste en que cada movimiento físico de carácter expresivo pone de relieve las tensiones e impulsos de la personalidad. Resaltó la importancia de evaluar intuitivamente el ritmo de un texto escrito y llegar de ese modo al “nivel morfológico”.
Kraepelin fue psiquiatra, autor de la denominada “ escala de Kraepelin “, que intenta medir la velocidad y presión de la escritura en los manuscritos, tanto de las personas mentalmente equilibradas como las mentalmente desequilibradas.
Se han efectuado intentos de separar la grafología de cualquier orientación filosófica concreta de la caracterología y se basaba firmemente en los descubrimientos y enseñanzas de una u otra de las escuelas de psicología profunda: el psicoanálisis de Freud, la psicología analítica de Jung, la psicología individual de Adler, la “schicksal” psicología de Szond, etc., Schlag y Pulver, grafólogo suizo, realizaron tales tentativas dentro del marco del sistema de Jung. Fue Pulver, en concreto, quien redujo todas las teorías y enseñanzas de la grafología a la fórmula siguiente: “la escritura es el camino que conduce desde el Yo al Tu; el puente por el que pasa la comunicación desde el ego al medio”. Un grafólogo de orientación freudiana podría expresarlo de forma parecida, afirmando: “la escritura es el simbolismo que expresa las relaciones subyacentes ego–objeto.
Cabe señalar, de pasada, que Pulver ha estudiado el simbolismo de los espacios en la escritura.
Tres grafólogos checos, Fanta, Menzel y Schönfeld, lanzaron en 1939 una publicación grafológica. Anteriormente existieron ya otras publicaciones grafológicas: Klages había fundado y dirigido la Zentral Blatt Fuer Graphologie; pero, dado su interés, fue muy lamentable que esta publicación checa tuviese muy poca vida.
En Hungría, en el año 1920 se creó un Instituto Grafológico. Entre los grafólogos húngaros han destacado Roman, Balazs, y Hajnal. La grafología se ha visto oficialmente reconocida en Hungría debido a que tanto psicólogos de la universidad como los médicos complementan sus descubrimientos, investigaciones y técnicas mediante descubrimientos, investigaciones y técnicas grafológicas. Y la grafología aplicada ha encontrado salidas en la investigación educativa húngara. Roman inventó un grafodino para medir los fenómenos grafológicos, mientras que Balazs y Hajnal estudiaron la materia desde el punto de vista del psicoanálisis.
En Estados Unidos, la grafología ha recibido atención por parte de June Downey, de la universidad de Iowa, así como Allport y Vernon, de la Clínica psicológica de Harvard. En sus investigaciones, Downey empleó el método de equiparación, comparando los juicios basados en la escritura con los descubrimientos basados en la gesticulación, forma de andar, porte, etc. Allport y Vernon, por el contrario, recurrieron más a las estadísticas y al enfoque experimental. Cabe mencionar aquí que Saudek, un grafólogo checo, quien intento abordar los problemas grafológicos en términos aceptables para los psicólogos experimentales. Trabajó en colaboración con Allport y Vernon. Una importante conclusión de los psicólogos experimentales y de los grafólogos que colaboraron con ellos fue la confirmación experimental de que, como tal, un rasgo aislado carece de significado fijo. Zubin y Lewinson son los autores de un enfoque más clínico, que recurre a escalas, y que se ha visto continuado por el trabajo de Rose Wolfson. Wolff investigaron la grafología experimental contemporánea Sonnemann la grafología clínica, asimismo contemporánea.
Suiza ha contado con Pulver, cuyo nombre y obra ya se ha mencionado. También con Heider, quien publicó en 1941 su Exacte Graphologie, que consistía en la argumentación que, aun sin ser conscientemente intencionada, esta presión de la mano se debe a energías psíquicas bipolares y tiene bastante que ver con lo que él denomina el peso de una escritura. Se sintió sumamente impresionado por el descubrimiento de que todo ser humano, segrega tanto hormonas masculinas como femeninas, predominando en cada caso unas u otras. Puso estas energías en correlación con el tamaño y amplitud de la escritura y con la presión de la mano que provoca el desplazamiento involuntario del papel. Como el tamaño y expansión de las letras y palabras escritas depende de la forma en que se desplace el papel durante el acto de escribir, Heider dio por sentado que la presión de la mano y del dedo meñique se debe a energías psíquicas. Las energías masculinas producen una escritura grande y espaciada, las femeninas una escritura pequeña y angosta. El sexo real de la persona no importa. Basó sus teorías en el concepto de que la escritura es el resultado de la disposición de multitud de diminutas partículas de tinta (en el caso de la pluma) o de algún tipo de grafito (en el de un lápiz).
En Inglaterra, la grafología ha tenido todavía poco impacto y ha avanzado aún menos. Esto se debe al conservadurismo de la mentalidad británica; merece la pena recordar que, para alcanzar el grado de reconocimiento y aceptación de que goza actualmente en Inglaterra, el psicoanálisis freudiano necesita casi setenta años. Pero existen en la actualidad esperanzadores signos de que, al igual que con el psicoanálisis, se da la hora del cambio de clima favorable a una mayor aceptación y desarrollo de la grafología. Saudek (grafólogo checo) vivió durante algún tiempo importantes aportaciones (aceptables para Allport y Vernon) sobre la mecánica de la escritura, siendo la editorial Brooks la responsable de la popularización de sus investigaciones entre los lectores de habla inglesa. Jacoby vivió también durante algún tiempo en Gran Bretaña, siendo dicho país donde escribió su decisivo y fundamental texto llamado Analysis of Handwriting. Se trataba de un brillante grafólogo, cuya prematura muerte significó una enorme pérdida para la ciencia.